Luces que cambian el color,
se deslumbran pasos rotos, sombreados de quietud,
camino hasta ahí
y cambia la percepción,
de espacios tan vacíos
que no tienen nombre.
Llaman y escucho
como quien percibe y acude,
descifrando el silencio y el laberinto de palabras.
No tengo el nombre de un recuerdo.
Una imagen frente
suspensión del tiempo,
el decorado es irreal.
Algo habla por si solo
y no hay recuerdo ni apariencia,
algo se mueve
y da forma
quizá a lo que siempre estuvo ahí,
se descubre y se recrea.
sábado, 8 de octubre de 2011
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