sábado, 30 de mayo de 2009

Extrañamiento.


Me desperté sobresaltada. El silencio que envolvía el lugar me mantuvo quieta unos segudos. Pensé que era muy temprano y traté de saber para qué me había levantado, pero no encontré respuesta. Mayor fue mi confusión cuando observé el lugar con la visión un poco borrosa. No era mí habitación, ¿en dónde estaba?.

Tratando de pensar, de mirar hacia atrás y recordar, el sueño del que había salido, se confundía con la realidad del oscuro cuarto en el que me encontraba. Me puse de pie con firmeza, sobre los cuadrados que sostenían mis pies y observé con un poco de espanto e inquietud las figuras abstractas que había en las paredes, sus colores brillantes fueron los que primero captaron mi atención, parecían encenderse y apagarse pero aún así no se hacían familiares para mí.

Ese espacio gigante, por momentos me mareaba, mi memoria parecía estar en blanco y solo se me cruzaban algunas imágenes.

Algo que estaba a un costado de la habíación me causó curiosidad, no distinguía que era, parecía una pequeña escalera de mármol blanco con algunos escalones negros. Me acerqué y mis dedos en movimiento daban la sensación de estar corriendo una carrera. Se dejaban llevar y el sonido que comenzó a salir, quebró el silencio. Una profunda melodía que desaparecía cuando mis dedos se quedaban quietos.

Esa música que dormía mis sentidos, me incitó a cerrar los ojos y al abrirlos pude ver con más nitidez el lugar. Efectivamente, sabía que antes no había estado allí. Creí que esa certeza me conduciría a alguna parte pero no, la confusión volvió y me preguntaba ¿ qué hacía yo ahí?

Tan ajena y sin poder recordar cómo llegué.

Creí escuchar que alguien se acercaba, sentí una presencia cerca. Me conduje hacia la puerta pero no encontré a nadie, sólo había unos papeles con figuras de color negro que en ese momento me fue imposible descifrar.

lunes, 11 de mayo de 2009

Niñas que ya no le temen a las brujas.



La pequeña muñeca abandonaba el círculo de sombras,
salía desmedida a la luz, dentro de una danza temblorosa,
tinieblas de penas, gestos ahogados en los espejos,
versos gastados en la memoria y estrofas de cantos
indefinibles decoran el encuentro que nunca tuvo lugar
en el mundo real.
Viendo en su mirada un lugar al que nunca tendré acceso,
corriendo el velo de su exagerada belleza, encuentro
un tenebroso abismo.
Me empuja hacia abajo, en donde hay niños contando cuentos,
sin mirada, ni nombre, inmersos en una inocencia perpetua.

Ella y su muñeca abandonada
permanecen dentro de una
canción que surge de la profundidad.
Permanecen en silencio,
contemplan sin medida.
vienen de tan lejos,
quedandosé tan cerca.
simplemente ojos y ausencia,
deseos de ser.

Ella y su muñeca,
caminan los cuerpos
lastimados, opacos, desgastados.
Afirman que ya no le temen
a la hora de las brujas.

Pueden salir, a desangrar
su veneno de espinas
vulgares.

Ella y su muñeca,
descansan en el rocío,
reflejandosé en el agua cristalina,
que emerge de las profundidades.

Fotografía: Lewis Carroll.